Por Neandro R. Esteves Alcazar
Desde hace un buen tiempo, más de un año para intentar ser preciso, he comenzado a sentir miradas ofensivas, gestos de odio furtivo, mucha inaceptación por parte de un sinfín de ciudadanos, inclusive siento lo mismo proveniente de mi familia, sé que ellos también rechazan el hecho de que yo fume cigarrillos de manera descomunal. Sé también que ese vicio me va a matar lentamente, además de contaminar el medio ambiente y a los que me rodean, pero es tan difícil dejarlo, como también es tan complicado caminar por las calles y sentir que la gente te desapruebe con sus miradas y gestos, como vergonzoso es que te pidan apagar tu cigarrillo en algún café, deprimente es ver que ya no existan lugares en los cuales se permitan disfrutar de un desayuno, almuerzo, cena, además de compañía agradable, para luego poder consumir placenteramente de un cigarrillo, ya ni las calles se salvan de aquellos manifiestos a la salud y a la no contaminación la cual predica la “Ley Antibaco”.
Esta ley oficialmente numerada como la ley 29517, y llamada Ley General para la Prevención y Control de los Riesgos del Tabaco (o Control de Tabaco en el Perú), trata sobre la prohibición de fumar en las áreas cerradas de los centros de trabajo, de entretenimiento y demás sitios de acceso público, además esta ley añade que en los establecimientos se deben colocar, en zonas visibles, carteles con la inscripción: “Está prohibido fumar en lugares públicos por ser dañino para la salud” y “Ambiente 100% libre de humo de tabaco”. Está ya ha sido aprobada el pasado abril por el Congreso de la República y promulgada por el presidente Alan García
Esto quiere decir que los fumadores, del cual yo me considero un participante activo (además de un acólito del humo inmerso en este círculo vicioso, ahora seremos mal vistos por la sociedad si es que seguimos desarrollando nuestro acto placentero de fumar mientras bebemos una taza de un buen café, o si queremos acompañar una interesante plática con el humo de un cigarrillo hermosamente posado en nuestros labios o dedos. Ya no podremos fumar en discotecas, bares, en universidades, centros de trabajo, en unidades de transporte, y parece que ni en ningún lugar, seremos vistos como leprosos o enfermos terminales, por así decirlo.
Sé que, según los entendidos, fumar en demasía causa canceres de diversos tipos, más de 10 tipos, sé que al fumar me estoy matando, de eso no hay duda, fumo con conciencia y con placer, sé también que causa impotencia sexual, y que consumir más de 5 cigarros al día es más dañino que transitar por la avenida Abancay en hora punta, todo eso lo sé, además de conocer el rechazo que nos tiene la sociedad (más de un 50% desaprueba el hecho de fumar, según algunas encuestadoras), como fumador, entiendo todo eso, y lo respeto, realmente lo respeto mucho. Antes cometía el error de fumar en lugares cerrados, ya no lo hago por miedo a las multas (más de 360 soles en lugares como Miraflores y Barranco, parece que pronto Lima también su sumará a esta medida), también debo de aceptar que fumaba delante de niños indefensos que se tragaban mi humo siniestro, he cometido muchos errores respecto a fumar en lugares indebidos, como cafés, restaurantes, cines, parque de diversiones, automóviles, en mi universidad, en mi trabajo, en hospitales y diferentes lugares más.
Bueno acepto que no somos bien vistos en la sociedad, pero como fumador pido amablemente que nos den un espacio, nosotros también tenemos derechos a divertirnos en algún bar o discoteca, no únicamente podemos hacerlo en conciertos al aire libre o fumar en calles no muy transitadas, por sería conveniente que existen más zonas de fumadores para no incomodar a la gente que no lo es, ni incomodarnos a nosotros mismos, sólo pido que seamos democráticamente aceptados y no ser vistos como suicidas adictos al humo y las bocanadas.
Leyendas:
Foto1: El placentero vicio de fumar.
Foto2: Los fumadores somos excluidos.
Foto3: Fumar nos acerca a la muerte.
Foto4: En algunos lugares fumar es un delito grave.
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