¿PUEDEN CALLARSE TODOS?
Por: Paola Guerra Valderrama
Abro los ojos y lo primero que oigo es una moto a toda velocidad pasar por afuera de mi ventana. Cada mañana tengo un despertador diferente, ayer fue la sirena de los bomberos que volaban por ir a apagar un gran incendio y mañana supongo que será la radio de mi vecino que a todo volumen despertará a todas las personas que en silencio añoramos cinco minutos más de sueño.
Todas las mañanas son iguales y todas las mañanas pienso. ¿No pueden las personas ponerse un silenciador o hacer menos bulla? Nuestra vida está infestada de ruidos molestos que nos hacen la vida más difícil, interrumpen nuestra tranquilidad y hacen que estemos de mal humor por el resto del día.
La vida en Lima ya no es la misma, desde que los autos tomaron por asalto las calles y se apoderaron de ellas o la gente se acostumbró a poner su música a todo volumen o a comunicarse gritando y no hablando. Eso por lo visto no cambiará en mucho tiempo, es más, empeorará y con la superpoblación que viene en aumento, esto incrementará.
Claro ejemplo del daño que se viene, es la avenida Abancay donde cada paso al acercarme, acorta la distancia a mi parálisis cerebral. Me revuelve las neuronas y hace que mis sesos se pongan de cabeza y griten por un minuto de silencio. Aquí el ruido de los autos viejos y malogrados me retumba en todo el cuerpo, el claxon de cada carro, moto y triciclo que por ahí anda, empeora el estado de mis pobres oídos y órganos internos.
Pero cierro los ojos y por un minuto imagino. Qué diferente seria la vida si todas las calles limeñas fueran tranquilas, rodeadas de jardines amplios, árboles inmensos que choquen el cielo, animales que nos hagan sentir en el paraíso, y silencio. Reconfortante, tranquilo y eterno silencio. Paz total, inmediata y real. Pues este sueño se hace realidad cuando camino por El Olivar de San Isidro. Aquí todo es calma, no hay ni un solo ruido que interrumpa el silencio y muchas veces el sueño que me aleja del bullicio de la ciudad.
Abro los ojos y sigo aquí parada en medio de la avenida Abancay, el semáforo en rojo y la lluvia de torpedos comienza el ataque. Paso a paso recibo cientos de proyectiles que me caen uno sobre otro al cruzar la pista, mi cuerpo no aguanta un claxon más. Como si fuera poco, llego al otro lado de la calle y me recibe uno de los nuevos cumbiamberos en la radio a todo volumen del ambulante de la esquina. Canta tan fuerte que todos empiezan a amar sus canciones. Nadie dice que no trabaje pero eso es atentar contra la salud de las personas. El ruido excesivo genera efectos negativos en nuestra salud física y mental.
Como quisiera estar sentada en una banca de El Olivar y olvidarme por un momento de este sufrimiento. Levantarme y caminar bajo los lindos faroles, saludar al ciclista que pasa por mi lado, jugar con el cachorro que mueve la colita sin parar, recostarme en el pasto y dormir. Dormir sin despertar.
Pero sigo aquí, camino unos pasos y cuando siento que me alejo del infierno, un grito estruendoso se mete por mis oídos y me sacude cada célula que aun está viva. Una señora con el celular en el oído, ríe a carcajadas, como si sus intestinos estallaran, sin importarle si alguien pasa por su lado y recibe esa bomba letal.
Vivimos así cada día. Los ruidos nos infestan la vida y nos hacen parte de ellos. Tanto que ya no los notamos, pero el daño sigue ahí. Lima no cambiará, o por lo menos no lo hará sola. Todo depende de cada uno. Se parte del cambio, ayúdate a vivir tranquilo.
CUADRO DE TEXTO 1:
RECOMENDACIONES PARA DISMINUIR LA CONTAMINACION ACUSTICA:
- No practicar conductas ruidosas en casa: gritos, taconeos, portazos, utilización de electrodomésticos en períodos de descanso.
- Bajar el volumen del equipo de música, radio, televisión, videojuegos, asegurando de que sólo se escucha en casa.
- No usar la bocina del automóvil, salvo en las situaciones de inminente peligro.
- No permitir que las mascotas perjudiquen el derecho de las personas al descanso y la tranquilidad.
- Solicite que bajen la música en los lugares públicos cuando la considere elevada.
- Infórmese de sus derechos en relación al ruido. Solicite información sobre la normativa nacional y de su comuna, y exija su cumplimiento sin reparos.
- Utilice protección en los oídos cuando use herramientas ruidosas (taladros, soldadoras, pulidoras, etc).
- No use su reproductor de audio a un volumen alto.
- Aprenda a disfrutar del silencio.
CUADRO DE TEXTO 2:
Un estudio del Taller de Investigación Sonora en Radio (Isonar), de la Universidad de San Martín de Porres, reveló que en varias calles de la capital se registran niveles de ruido muy por encima de los 55 decibeles, límite máximo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cuando esto sucede puede producir la pérdida de la capacidad auditiva, la alteración del sistema nervioso y generar estrés.
Grados de contaminación:
Alameda Chabuca Granda | 107 decibeles |
Grau con Paseo de la Rep. | 102 decibeles |
Puerta de la Biblioteca Nacional | 98.2 decibeles |
Avenida Abancay | 98.2 decibeles |
Fuera de Congreso de la Rep. | 92 decibeles |
De acuerdo con los diferentes estudios existentes en el Perú, se estima que entre un 85% y 90% del ruido nocivo y molesto producido en la ciudad proviene básicamente del parque automotor.
LEYENDAS:
ABANCAY: Quiero respirar. – Avenida Abancay.
OLIVAR: Una burbuja en el muladar. – El Olivar de San Isidro.
CHICO: ¡Silencio, Por favor!
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